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El «tierraplanismo»

Negar que la Tierra es esférica es el caso más extremo de un fenómeno que define esta época: recelar de los datos, ensalzar la subjetividad, rechazar lo que nos contradice y creer falsedades propagadas en redes

https://elpais.com/elpais/2019/02/27/ciencia/1551266455_220666.html?ssm=TW_CC

Hay gente que cree que la Tierra no es una esfera achatada por los polos, sino un disco. Que la Tierra es plana. No es analfabetismo: estudiaron el Sistema Solar y sus planetas en el colegio, pero en los últimos años han decidido que todo eso de «la bola» es una gigantesca manipulación. Solo el 66% de los jóvenes entre 18 y 24 años de EE UU está plenamente seguro de que vivimos en un planeta esférico (el 76% entre 25 y 34 años). Es un fenómeno global, también presente en España, al que cuesta asomarse sin bromear. Pero al observar los mecanismos psicológicos, sociales y culturales que les llevan a convencerse de esta gigantesca conspiración se descubre una metáfora perfecta que resume los problemas más representativos de esta época. Aunque parezca medieval, es muy actual.

Rechazo de la ciencia y los expertos, narraciones maniqueas que explican lo complejo en tiempos de incertidumbre, entronización de la opinión propia por encima de todo, desprecio hacia los argumentos que la contradigan, difusión de falsedades gracias a los algoritmos de las redes… Está todo ahí. «Es el caso más extremo, el más puro», resume Josep Lobera, especialista en la sociología de los fenómenos pseudocientíficos. Cada flaqueza o actitud de este colectivo está presente de algún modo en muchos de los movimientos políticos, sociales y anticiencia que han irrumpido en nuestros días.

«Nace de la desconfianza en el conocimiento experto y de una mala manera de entender el escepticismo», afirma Susana Martínez-Conde, directora del laboratorio de Neurociencia Integrada de la Universidad Estatal de Nueva York. Los estudios sobre terraplanistas y otras teorías de la conspiración indican que ellos creen ser quienes están actuando con lógica y razonando de forma científica. En muchos casos, terminan atrapados en la conspiración tras intentar desmontarla. «Es absurdo. Voy a desmentir que la Tierra es plana», cuenta Mark Sargent, uno de los más reconocidos terraplanistas en el documental que retrata al colectivo a la perfección, La Tierra es plana (Netflix). Y acabó «hundiéndose, como en un pozo de alquitrán». La mayoría de terraplanistas no han sido convencidos, se han convencido al verse incapaces de demostrar que bajo sus pies hay una bola de 510 millones de kilómetros cuadrados.

«¡Investígalo por ti mismo!», se animan unos a otros, según recoge la investigadora Asheley Landrum, de la Universidad Texas Tech, que presentó hace dos semanas el resultado de sus investigaciones sobre los terraplanistas en la Asociación Estadounidense para el Avance de la Ciencia. La primera diapositiva de su conferencia es una imagen de Copérnico, padre de la idea de que la Tierra orbita alrededor del Sol, reconociendo que estaba equivocado tras pasar cinco horas viendo vídeos terraplanistas en YouTube. Porque según Landrum y su equipo, que estudia estos fenómenos en el proyecto Creencias Alternativas, YouTube es la clave. Todos los terraplanistas se hacen terraplanistas viendo a otros terraplanistas en YouTube. Y una vez forman parte de esa comunidad es casi imposible convencerles de su error, porque se activan mecanismos psicológicos muy poderosos, como el pensamiento motivado: solo acepto como válidos los datos que me reafirman y el resto son manipulaciones de los conspiradores. Como en otros movimientos, si la ciencia me desdice, es que la ciencia está comprada.

«YouTube parece ser la amalgama de la comunidad de la Tierra plana», concluyen en su trabajo más reciente, en el que señalan a esta plataforma de vídeos como el origen de las vocaciones conspiranoicas. El equipo de Landrum entrevistó a una treintena de asistentes a la primera Conferencia Internacional de la Tierra Plana y todos describían YouTube como «una fuente fiable de evidencias» y de los proveedores más populares para «noticias imparciales» frente a los medios manipulados. Se habían hecho terraplanistas viendo vídeos en esa plataforma en los tres años previos y muchos entrevistados describen estar viendo piezas sobre otras conspiraciones (del 11-S, por ejemplo) y terminar atrapados con la historia de la Tierra plana gracias a las recomendaciones de YouTube.

Muchos especialistas han denunciado cómo el algoritmo de recomendaciones de YouTube termina convirtiéndose en una espiral descendente hacia contenidos cada vez más extremistas, manipuladores y tóxicos. Y en este caso no es una excepción. Como defienden los terraplanistas, YouTube se ha convertido en el mejor caldo de cultivo para versiones «alternativas» de la realidad, donde se desarrollan mensajes alocados y provocadores al margen de la «ciencia y los científicos convencionales». Sobre cualquier tema, desde la cura del cáncer hasta el feminismo, pasando por la astronomía, lo habitual es encontrar los mensajes más controvertidos entre los primeros resultados de la búsqueda. Lógicamente, estos mensajes tienen derecho a subirse a la red, pero los algoritmos los están promocionando por encima de contenidos relevantes. «Un usuario individual de YouTube, por ejemplo, sin respeto por la verdad, el rigor o la coherencia, en algunos casos puede llegar a una audiencia comparable» a la de los grandes medios, critica Alex Olshansky, del equipo de Landrum.

Un reportaje recién publicado en The Verge sobre los moderadores de contenidos de Facebook mostraba que muchos de estos trabajadores precarios estaban cayendo atrapados en las conspiraciones que tenían que controlar. «Me dijeron que es un lugar donde los vídeos de conspiraciones y los memes que ven cada día los llevan gradualmente a abrazar ideas extrañas», describe el periodista Casey Newton. Uno de los moderadores del centro que visitó promueve entre sus compañeros la idea de que la Tierra es plana, otro cuestiona el Holocausto y otro no cree que el 11-S fuera un ataque terrorista.

Esto no debería sorprender: son muchos los estudios que demuestran cómo la simple exposición a mensajes sobre conspiraciones provoca en la gente una paulatina pérdida de confianza en las instituciones, la política o la ciencia. Con consecuencias tangibles: por ejemplo, la creencia en conspiraciones está vinculada a actitudes racistas o un menor uso de protección frente al VIH. Todos los terraplanistas creen en otras conspiraciones y llegaron a esa cosmovisión paranoica a través de otras teorías similares. Es característica la predisposición a creer en distintas teorías de la conspiración a la vez, incluso contradictorias entre sí: las mismas personas podían creer a la vez que Bin Laden no está realmente muerto o que ya estaba muerto cuando llegaron los militares estadounidenses a su vivienda.

Por ejemplo, buena parte de los terraplanistas son a su vez antivacunas. Lobera, que estudia a este colectivo en España, admite que esta cosmovisión conspirativa «es uno de los factores decisivos», aunque no el más importante. «Hay puertas de entrada al mundo de las pseudociencias y una conexión entre estas creencias», explica el sociólogo.

«En la medida en que el pensamiento conspirativo está generalizado, comienza a plantear un problema para el mantenimiento de una esfera pública racional en la que las discusiones y los debates políticos se basan en evidencias, en lugar de traficar con sospechas de que un grupo manipula los hechos desde las sombras para impulsar una agenda oculta», asegura Olshansky en su trabajo. En este sentido, los terraplanistas, por sus creencias extremas, son como el reflejo de la sociedad en los espejos deformantes del callejón del Gato. Llegados al punto en que hay mucha gente que acepta su mensaje con naturalidad, eso indica que existe un deterioro real de las condiciones en las que se produce el debate público.

Pero estas creencias no surgen de la nada y existen condiciones sociales que influyen de forma determinante. Por ejemplo, se sabe que las personas que se sienten impotentes o desfavorecidas tienen más probabilidades de apoyarlas (como minorías raciales marginadas) y que están correlacionadas con el pesimismo ante el futuro, la baja satisfacción con la vida y la escasa confianza interpersonal. «Hay que entender estos movimientos dentro del contexto socioeconómico en el que nos encontramos, están aumentando las disparidades sociales entre quienes tienen más privilegios y más carencias. Y esto hace que aumente la desconfianza hacia gobiernos y expertos», explica Martínez-Conde.

«Vivimos en tiempos de incertidumbre y a nivel neural la incertidumbre nos hace sentir incómodos», señala la neurocientífica. Estas disonancias cognitivas obligan a crear un relato propio de buenos y malos que explique de forma simplista los fenómenos complejos de la actualidad. Y que les coloque en el papel heroico de luchadores por la verdad ocultada: las creencias conspirativas siempre han estado asociadas a cierto narcisismo colectivo («los demás son los borregos»). Además, las personas con tendencia a ver patrones y significados ocultos en la realidad tienen mayor tendencia a creer en conspiraciones y fenómenos paranormales. «Son más dados a ese tipo de ilusiones causales. Como ver caras en las nubes, pero llevado al extremo: ver caras en una tostada y darle significado real», explicaba Helena Matute, investigadora de Deusto, sobre su trabajo con lo paranormal.

A partir de ese poso, nos encontramos con mecanismos psicológicos como el sesgo de proporcionalidad (si algo extraordinario ha ocurrido, algo extraordinario debe haberlo causado) y el de intencionalidad: hay una mano detrás de todo. «Este deseo de narraciones ordenadas que ofrezcan certeza y visiones simplificadas del mundo puede brindar comodidad y la sensación de que la vida es más manejable», resume Landrum en su trabajo. Así conseguirían sortear los altibajos de la vida, apostando por una realidad lisa y llana. Como la Tierra, según quieren creer.

IRREDUCTIBLES

«Solo confío en lo que ven mis ojos», repiten una y otra vez los terraplanistas. Aunque como dice esta especialista en percepción, es bastante común que nuestros propios sentidos sean los primeros en engañarnos, como muestran todas las ilusiones ópticas. «Ellos sacan las matemáticas y nosotros decimos: ‘Mira», dice el terraplanista Sargent en el documental para explicar su éxito. «No necesitas fórmulas para entender dónde vives», resume este hombre que había pasado por todas las conspiraciones antes de llegar a esta viendo vídeos en la red.

«Como la gente que niega el cambio climático, no los vas a convencer con datos, hay que buscar la forma de despertar las emociones de la gente», explica la neurocientífica Martínez-Conde. Y añade: «Nuestro cableado neural responde a las emociones más que a los datos. Ese problema ha contribuido a dar lugar a los populismos y especialmente con el fenómeno de las redes sociales que favorece que la desinformación se expanda de manera peligrosa».

Ilusiones ópticas

2018-10-13 22.33.27

Pensamiento Escéptico

Homenaje a Carl Sagan: Sus nueve reglas de pensamiento escéptico siguen valiendo veinte años después

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1. Confirmar la realidad.

Siempre que sea posible tiene que haber una confirmación independiente de los «hechos».

2. La prueba, a debate.

Alentar el debate sustancioso sobre la prueba por parte de defensores con conocimiento de todos los puntos de vista.

3. No confundir experto y autoridad.

Los argumentos de la autoridad tienen poco peso: las «autoridades» han cometido errores en el pasado. Los volverán a cometer en el futuro. Quizá una manera mejor de decirlo es que en la ciencia no hay autoridades; como máximo, hay expertos

4. Siempre hay más de una hipótesis.

Si hay algo que se debe explicar, piense en todas las diferentes maneras en que podría explicarse. Luego piense en pruebas mediante las que podría refutar sistemáticamente cada una de las alternativas. Lo que sobrevive, la hipótesis que resiste la refutación en esta selección darwiniana entre «hipótesis de trabajo múltiples» tiene muchas más posibilidades de ser la respuesta correcta que si usted simplemente se hubiera quedado con la primera idea que se le ocurrió. (Este problema afecta a los juicios con jurado. Estudios retrospectivos demuestran que algunos miembros del jurado deciden su opinión muy pronto quizá durante los discursos de apertura — y luego se quedan con la prueba que parece encajar con sus impresiones iniciales y rechazar la prueba contraria. No les pasa por la cabeza el método de hipótesis alternativas de trabajo).

5. No aferrarse a una hipótesis por que sea la nuestra.

Se trata sólo de una estación en el camino de búsqueda del conocimiento. Pregúntese por qué le gusta la idea. Compárela con justicia con las alternativas. Vea si puede encontrar motivos para rechazarla. Si no, lo harán otros.

6. La cantidad es la clave.

Si lo que explica, sea lo que sea, tiene alguna medida, alguna cantidad numérica relacionada, será mucho más capaz de discriminar entre hipótesis en competencia. Lo que es vago y cualitativo está abierto a muchas explicaciones. Desde luego, se pueden encontrar verdades en muchos asuntos cualitativos con los que nos vemos obligados a enfrentarnos, pero encontrarlas es un desafío mucho mayor.

7.Si hay una cadena de argumentación, deben funcionar todos los eslabones de la cadena (incluyendo la premisa), no sólo la mayoría.

8. Lo más sencillo suele ser lo más probable.

Esta conveniente regla empírica nos induce, cuando nos enfrentamos a dos hipótesis que explican datos igualmente buenos, a elegir la más simple.

9. ¿Puede falsificarse la hipótesis?

Las proposiciones que no pueden comprobarse ni demostrarse falsas, no valen mucho. Consideremos la gran idea de que nuestro universo y todo lo que contiene es sólo una partícula elemental —un electrón, por ejemplo— en un cosmos mucho más grande. Pero si nunca podemos adquirir información de fuera de nuestro universo, ¿no es imposible refutar la idea? Ha de ser capaz de comprobar las aseveraciones. Debe dar oportunidad a escépticos inveterados de seguir su razonamiento para duplicar sus experimentos y ver si se consigue el mismo resultado.

 

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Sus nueve reglas de pensamiento escéptico siguen valiendo veinte años después de publicarse en su libro  El Mundo y sus Demonios , de Carl Sagan, p. 232 a 234. Año 1997.:

“El triunfo del verdadero hombre surge de las cenizas del error”

“Aprenderás Lecciones. Estás inscrito en una escuela informal de tiempo completo llamada vida”

“Cuando deseas algo, todo el universo conspira para que realices tu deseo”.

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Todos tenemos amigos en Facebook que dan los buenos días y que comparten frases motivadoras. Lo hacen tanto para animarse a sí mismos como para contagiar una supuesta energía positiva que propicie el cambio, ya sea para conseguir un nuevo trabajo, para que el Real Madrid gane o para que el la crisis económica no nos coma la moral.

Frases profundas

Para algunos, este tipo de publicaciones resultan una molestia: filosofía barata para gente pusilánime. Y para la inmensa mayoría, es un contenido que pasa desapercibido. Pero ahora todos verán con otros ojos a las personas que compartan frases de Paulo Coelho o de cualquier otro poe de la autoayuda.

Un estudio llevado a cabo en Canadá y publicado en la revista de psicología Judgment and Decision Making  revela que las personas que suelen publicar este tipo de contenidos son menos inteligentes que la media.

En el trabajo, que tiene el muy directo título de “En la recepción y detección de mierda pseudo profunda” se demuestra la relación entre el impacto de este tipo de sentencias seudo filosóficas y las capacidades de las personas. Y la conclusión es clara: cuanto más impacta una frase supuestamente profunda, menor es el grado de inteligencia de la persona.

Para legar a este resultado, los autores de la investigación proporcionaron a 300 personas unos test de inteligencia y también una serie de frases de este estilo. A continuación se les pidió que evaluaran en una escala de 1 a 5 las palabras, siendo 1 ‘basura’ y 5 ‘conmovedor’.

Para las frases profundas, el equipo de científicos utilizó la página web sebpearce.com , un generador de sentencias reflexivas que utiliza términos como ‘vida’, esfuerzo’ , tiempo’ o ‘dedicación’. Tras crear unas cuantos ejemplos, se los mostraron a los sujetos. Y los resultados fueron los siguientes: los que dieron mayoría de respuestas con el número 5 eran también los que menos cociente tenían, los que menos pensamiento crítico poseían y también los que más creían en fantasmas y en la vida ulterior. 

Perspectivas

Perspectivas

La noche de San Juan

Publicado en Mala Ciencia 

Primero fue una noticia, luego una película, y hoy le toca el turno a la cultura popular. Como muchos saben, el 24 de Junio es el día de la festividad de San Juan Bautista, y la noche anterior (la del 23 al 24) se celebra la llamada Noche de San Juan. Los detalles de la fiesta pueden variar de un sitio a otro de la geografía española, pero la base es la misma: las hogueras y el fuego en general, iluminando la noche más corta del año.

¿La noche más corta de año? Bueno, eso es lo que piensa la mayoría de la gente, pero en contra de la creencia popular, la noche más corta del año no es la del 23 al 24 de Junio, sino la del 20 al 21 de Junio, que es cuando se produce el solsticio de verano y marca el inicio de dicha estación. El motivo del error es muy fácil de explicar: Durante la expansión inicial del cristianismo, se adoptaron como propias varias fiestas y ritos paganos. Concretamente, el 24 de Junio coincidía con un fiesta pagana que giraba en torno al sol, al agua y el fuego (de ahí las hogueras). Y se celebraba el 24 de Junio, precisamente por ser el solsticio de verano, es decir, el día más largo (y por tanto, la noche más corta) del año.

Ahora es cuando el lector dirá «¿Pero no acaba de decir este tío que el solsticio era el 21 y no el 24?». Pues sí, así es, pero no siempre ha sido así. La causa es que un año no son exactamente 365 días (de ahí los años bisiestos). Pues bien, este desajuste hace que los solsticios (y los equinocios) sean cada año un poquito antes. Cada año bisiesto los vuelve a retrasar, pero no lo suficiente. De hecho, cuando en 1582 se pasó del calendario juliano al gregoriano, el desfase era de 10 días. El cambio de calendario volvió a ajustar las fechas e incluso redujo el error que se produce año tras año, pero aún así, más de 400 años después, tenemos un desfase de 3 días.

La tradición popular ha mantenido la asociación entre la Noche de San Juan y la noche más corta (porque en su origen era así), e incluso podemos verlo en telediarios y periódicos, cada vez que se refieren a esta fiesta (y si no, estad atentos el próximo 23 de Junio y veréis).

Por cierto, que no es casualidad que la festividad de San Juan Bautista sea exactamente 6 meses antes (o después) de la Navidad. El soslticio de invierno caía anteriormente el 25 de Diciembre (actualmente el 21 o 22 de Diciembre, dependiendo del año, y que podéis consultar aquí), y era también una importante celebración pagana. Y claro, ni San Juan Bautista nació el 24 de Junio, ni Jesús nació el 25 de Diciembre.

 Publicado en: Cocina Casera

En un artículo anterior; «algunos tipos de sal y su uso en cocina«, os listábamos algunas de los tipos de sal que podéis encontrar en el mercado. Uno de ellos, la sal del Himalaya, está muy de moda desde hace algunos años. El motivo de su popularidad es la información vertida por diversas fuentes que aseguran que los cerca de 84 componentes supuestamente descubiertos en esta sal hacen que su consumo tenga importantes beneficios para nuestro organismo. Sin embargo, investigaciones y análisis rigurosos llevados a cabo por diversas entidades, desmienten estas afirmaciones.

La sal que viene del Himalaya

En algunas webs relacionadas con la medicina y alimentación alternativa podemos leer que esta sal se extrae de océanos primitivos situados en las cumbres de la cordillera del Himalaya. Esto no es así, puesto que esta sal de coloración rosácea proviene de las minas de Khewra, en Paquistán, a 300 kilómetros del Himalaya. El nombre de esta sal fue creado por Peter Ferreira en la década de los 90, únicamente con fines comerciales para poder llevar a cabo su venta en Alemania.

Composición

Cuando Ferreira llevó esta sal al mercado alemán aseguró que estaba compuesta por hasta 84 elementos esenciales para el organismo.

En 2003, la Agencia de Protección del Consumidor de Baviera, analizó 15 muestras distintas recogidas de diversos comercios de Alemania. En los análisis solo se encontraron 10 elementos distintos; cloruro y sodio (en un 95-96%) y  otros pocos minerales.

Los resultados de estos análisis fueron posteriormente corroborados por la Universidad Técnica de Clausthal, que también halló únicamente 10 elementos en sus análisis.

Por su parte, la cadena pública alemana ZDF presentó un modelo en el que se podía ver como, además de un 96% de cloruro de sodio, la Sal del Himalaya está contaminada con un 2-3% de yeso (polihalita), y pequeñas cantidades de hasta 10 minerales distintos.

La única diferencia entre esta sal y la sal de mesa que se consume en Europa, es su proceso de elaboración, en el que se hacen pasar vapores de sodio sobre los cristales de cloruro de sodio, de forma que los iones cloruro se combinan con iones del metal, dando lugar a esa coloración rosada característica.

¿Beneficios de su consumo?

Sus supuestos beneficios milagrosos para la salud ha disparado el precio de esta sal que se vende a precios exorbitantes en comparación con la sal común de mesa. Seguir leyendo »

Este es un documental que tiene el objetivo de exponer a todo el mundo una visión crítica sobre la comida y la industria alimentaria con la que convivimos estos días.

En esta película se aportan muchos datos, conclusiones de estudios, entrevistas y casos reales de personas y familias. Se habla de la magnitud del problema de la obesidad infantil, de la diabetes, de los refrescos y la comida rápida. Se habla del azúcar y las cantidades que consumimos, de los efectos que está teniendo y de los que puede tener.

Una reflexión muy interesante del documental, es el paralelismo que establece entre el marketing de la industria alimentaria con el marketing que vivimos durante muchos años con la industria del tabaco.

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Una curiosidad:  ¿Cuánta cantidad de azúcar ingerimos en un día cualquiera, incluso pensando que no estamos tomando azúcar?

Ejemplos de cantidades de azúcar

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Fuente: http://www.sugarstacks.com/

 En el mundo viven alrededor de 7.000 millones de personas, pero ¿cómo sería nuestro planeta si redujéramos la población a un centenar de individuos? Es una infografía que muestra de manera sencilla algunos índices clave para entender el mundo en que vivimos.

El mundo en 100 personas

Esta infografía presenta de manera sencilla e inteligible cómo sería el planeta si redujéramos la población a un centenar de personas.

Era Común (EC, E. C. o e. c.) y antes de la Era Común (AEC, a. E. C. o a. e. c.) son
designaciones alternativas al empleo de las expresiones «después de Cristo» (d. C.) y «antes de Cristo» (a. C.). Para referirse a la Era Cristiana, el latín emplea «A. D.» —Anno Domini, es decir, «año del Señor».

Las designaciones Era Común y antes de la Era Común son usadas por académicos y científicos de todas las confesiones debido a su neutralidad, puesto que los términos «a. C.» y «d. C.» poseen un matiz religioso.

En algunas ocasiones, en lugar de E. C. se puede encontrar la abreviación e. v. (en latín, era vulgaris: «era común»).

En arqueología suele utilizarse la denominación «antes del presente» (AP) que por convención se refiere al año 1950. Un fechado radiocarbónico con una antigüedad de 4000 años AP, equivale aproximadamente a la expresión 2000 a. E. C. (dos mil antes de la Era Común, que equivale a decir, 2000 antes de Cristo).

Usos

Muchos escritores judíos, estudiosos musulmanes y otros prefieren la anotación como término neutral, mientras algunos cristianos interpretan las siglase. c. como ‘era cristiana’. En sus publicaciones, los testigos de Jehová usan exclusivamente EC y AEC y explican generalmente en los pies de página que el mismo se refiere a «era común» y «antes de la era común».

Intelectuales que no subrayan el aspecto religioso de las fechas en áreas de historia, arqueología, sociología y antropología, han utilizado en recientes décadas Era Común y antes de la Era Común. Seguir leyendo »